Peso Visual
El color puede interferir en la valoración que el observador haga del peso visual de la arquitectura, es decir de la fuerza con la que la tierra atrae al objeto construido. El color no altera el valor físico real de la masa de un edificio, que podría obtenerse si se pesase, pero sí que altera la valoración subjetiva que puede hacerse de dicha masa, su sensación de ligereza o pesadez.
Esta valoración subjetiva suele estar íntimamente vinculada con el volumen del objeto, su compacidad y su materialidad; y se basa en la experiencia real que tenemos de haber experimentado el peso físico de los objetos. De modo que un cuerpo de pequeñas dimensiones, transparente, con muchos huecos o de un material que reconozcamos como poco pesado, será percibido visualmente como ligero.
Resulta difícil aislar los aspectos que interfieren en el peso del color, en tanto que cuando se consigue alcanzar dicho efecto en la arquitectura suelen intervenir simultáneamente otras estrategias plásticas. La ligereza de un edificio puede ser alcanzada mediante la alteración de su compacidad, confundiéndolo cromáticamente con el entorno (estrategia plástica de interferencia en la percepción de la geometría del objeto). La disminución de su volumen puede conseguirse fragmentándolo cromáticamente (estrategia para interferir en la geometría del objeto), alterando la percepción de sus dimensiones (estrategia para interferir en las dimensiones del objeto), o bien mediante un cambio en su materialidad (estrategia para interferir en la textura del objeto).
El propio Instituto Británico de Normas (BSI) emplea el término “peso aparente” (“apparent weight”) del color. Introduce este concepto para resolver el fenómeno experimentado respecto a la familia de tonos amarillos, que en iguales condiciones de valor y croma, aparenta no ser equivalente a otras familias de tonos del espectro visible. Los amarillos deben aumentar su valor ó luminosidad para alcanzar un “peso aparente” equivalente a otros tonos.
Los manuales de diseño con color en la arquitectura suelen reseñar también la capacidad del color para interferir en el peso de los objetos. Autores como Peter J. Hayten en los años sesenta, ó Faulkner Waldron en los setenta (Faulkner, 1972) manifiestan que:
“Los colores cálidos claros y el blanco parece que tiene menos peso que los fríos oscuros y el negro. Una caja pintada de negro da la sensación de que es mucho más pesada que otra pintada de blanco” (Hayten, 1960)
También Frank Mahnke desarrolla recomendaciones similares en lo referido al diseño de los espacios interiores:
“En general, los colores oscuros parecen más pesados, mientras que los luminosos y menos saturados (pasteles) parecen menos densos. Si los tonos son del mismo valor e intensidad, la tendencia es la de percibir los tonos más cálidos como más pesados.
(…) En relación con los interiores, con techos excesivamente altos se pintará con tonos oscuros y cálidos si se desea que parezcan más bajos. (…) Mientras que los techos bajos parecerán más altos con colores luminosos, especialmente si tienen tonos fríos “ (Mahnke, 1996, p. 72-73).
R. Arnheim manifiesta que las familias de tonos rojizos son más pesadas que las de tonos azules, aunque se manifiesta en sentido opuesto a Mahnke respecto de la luminosidad del color, al referirse a figuras de dos dimensiones. Parece ser que a colores más luminosos corresponde mayor peso visual, según Arnheim:
“(…) En cuanto al color, el rojo es más pesado que el azul, y los colores claros son más pesados que los oscuros. Una zona negra tiene que ser mayor que otra blanca para contrapesarla; esto se debe en parte a la irradiación que hace que una superficie clara parezca relativamente mayor” (Arnheim, 1981).
Existe, por lo tanto, una aparente contradicción entre autores respecto a la influencia del valor del color en el peso visual de los objetos. Según Arnheim, la superficie clara parece mayor que la oscura, lo que le confiere mayor peso. Sin embargo, la dimensión de los colores respecto de su valor depende también de las condiciones de iluminación del entorno. En condiciones de poca iluminación los colores luminosos parecen más grandes y cercanos, y por lo tanto más pesados, mientras que en condiciones normales de iluminación, los colores luminosos parecen más lejanos y pequeños, y por tanto más ligeros. Arnheim señala otros aspectos que afectan al peso visual de un elemento en el conjunto de una composición plana: la distancia al centro de la composición, la profundidad espacial, el tamaño del objeto, su interés, su aislamiento y su forma, entre otros.
Le Corbusier aplica su reflexión al espacio tridimensional y coincide con R. Arnheim respecto al peso de los colores según su tono, aunque no realiza reflexión alguna respecto de la luminosidad (valor). En lugar de hablar en términos de “pesado-ligero”, habla en términos de “eliminar la solidez”, en el caso de los azules, o “reafirmar su presencia y dimensión” en el caso de los rojos (Le Corbusier & Rüegg, 1997).
Piero Bottoni es el arquitecto que se refiere de una manera más concisa a la alteración del peso visual de la forma mediante el color. Tal y como argumenta el pintor-arquitecto en el manifiesto que presenta en 1927 en torno al “Cromatismo Architettonico”, el color consigue alterar la percepción de las propiedades visuales de la forma arquitectónica y mas concretamente su centro de gravedad, su peso. Según cómo se disponga la gradación de la luminosidad del color en sentido ascendente o descendente se consigue que el baricentro del edificio descienda o ascienda. A colores más oscuros y cálidos corresponde mayor sensación de “masa-volumen-color”:
“(…) Se crean dos ritmos, que responden a los dos ritmos fundamentales de la arquitectura: uno horizontal (para el color) y uno vertical (para la intensidad); este segundo se genera con colores que van disminuyendo su intensidad, de modo que el baricentro aparente, desplazándose hacia la parte inferior, da sensación de equilibrio a la masa, y de reposo. Una prueba de esta afirmación se evidencia al observar las acuarelas Strada 2 (A); estrada 2 (B) en las que las luces y los colores y las sombras son idénticas pero se invierte la gradación de los colores; se nota fácilmente un sentido de desequilibrio en las casas de la calle 2(A) y una consistencia anti-constructiva de la materia en el plano inferior” (Le Corbusier & Rüegg, 1997).
No es casualidad que esta propuesta de sfumatura la desarrolle un arquitecto que ha estudiado en Milán, la ciudad que custodia el extraordinario Cenáculo de Leonardo da Vinci así como su Códice Atlántico. Bottoni demuestra gran admiración por el pintor y relaciona el peso de los colores con la perspectiva aérea:
“(…) El valor de la intensidad de esta “masa-volumen-color” atribuida por los diversos colores a los cuerpos, sigue las leyes de la perspectiva aérea: en general, los tonos cálidos (rojo, anaranjado), las tierras en su máxima intensidad dan un valor de “masa-volumen-color” superior a aquel dado por ciertos tonos fríos (como el verde, o el azul) e incluso el violeta claro. Para cada color, puede variar su valor según la intensidad. En un caso límite un sólido material rojo o negro o tierra Siena “resiste” mejor y es más “pesado” que un azul claro, gris, verde oliva, etc.”
En las naves industriales para los astilleros Stralsund, el estudio de color Ernst von Garnier, dispone una gama de tonalidades azules en fachada que consiguen reducir el peso visual de esta pieza arquitectónica en su entorno. Aunque en cierto modo opera una estrategia plástica de mimesis con el cielo azul del paisaje, las tonalidades azules, en sí mismas, reducen la presencia de una pieza tan imponente respecto a la escala del pueblo en que se ubica. La capacidad de los tonos azules y de valor alto (luminosos), para reducir el peso visual del objeto arquitectónico se evidencia aún más si se compara con el aspecto que tendría con tonos rojizos. La disposición de bandas que cambian sutilmente su color introducen, así mismo, cierto ritmo al edificio, lo que ayuda a fragmentar la rotundidad de unas fachadas con tanta extensión. En la Industria ThyssenKrupp AG Feuerbeschichtungsanlage Hochofen Duisburg, sin embargo, los mismos autores recurren a un sistema cromático inverso: disponen gamas rojizas en uno de los silos para dotarlo de presencia en el paisaje, como estrategia para conferirle peso visual, en un contexto en el que se desea que destaque, que se singularice.
A partir de las manifestaciones de los distintos autores referidos anteriormente, puede concluirse que existen coincidencias respecto a la influencia del tono del color en el peso visual de los objetos: a mayor longitud de onda (rojos) corresponde mayor peso visual. Respecto a la cromaticidad del color parece existir, así mismo, bastante unanimidad: a mayor saturación mayor peso visual. En lo que se refiere al valor del color, los distintos autores parecen coincidir al afirmar que a mayor oscuridad corresponde mayor peso visual. Arnheim afirma lo contrario para el caso de las figuras de dos dimensiones y dicha contradicción podría explicarse atendiendo a las condiciones de iluminación general de la composición: en condiciones normales de iluminación, un color más oscuro se percibe más pesado, mientras que en condiciones de poca iluminación un color oscuro resulta más ligero.
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Arnheim, Rudolf. Arte y Percepción Visual. Psicología Del Ojo Creador. Ed. Alianza. Madrid, 1981. pp. 553. ISBN: 8420670030.
Faulkner, Waldron. Architecture and Color. Ed. Wiley-Interscience. New York, 1972. ISBN: 0471256307.
Hayten, Peter J. El Color En La Arquitectura y Decoración. Ed. LEDA Las Ediciones De Arte. Barcelona, 1960. pp. 111. ISBN: 8470950312.
Le Corbusier; and Rüegg, Arthur. Polychromie Architecturale : Le Corbusier Farbenklaviaturen Von 1931 Aund 1950=Le Corbusier’s Color Keyboards from 1931 and 1959=Les Claviers De Couleurs De Le Corbusier De 1931 Et De 1959. Ed. Birkhäuser. Basel, 1997. ISBN: 376435612X.
Mahnke, Frank H. Color, Environment, and Human Response : An Interdisciplinary Understanding of Color and its use as a Beneficial Element in the Design of the Architectural Environment. Ed. Van Nostrand Reinhold; Chapman & Hall distributor. New York; London, 1996. ISBN: 0442019351