Fragmentación cromática

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La mutabilidad del color puede suponer un cambio en la integridad de la arquitectura e implicar su fragmentación, su rotura.

La arquitectura moderna, desde que Le Corbusier y P. Jeanneret proponen sus “Cinco puntos de una nueva arquitectura” (1926), desarrolla una amplia libertad creativa que proviene de la independencia entre las necesidades estructurales del edificio (su sustentación) y la envolvente exterior (sus fachadas y cubierta). Esta independencia estructural permite que las envolventes exteriores del edificio recojan toda la componente expresiva de la arquitectura, llegando a entenderse en ocasiones como piel que oculta el verdadero andamiaje que la sustenta. La belleza de la arquitectura ya no reside necesariamente en la coherencia entre su forma y su sistema constructivo sino que reside en el interés de su acabado más exterior, en su aspecto más visual. Se estudia a continuación el origen de tal planteamiento a partir de las teorías de Gottfried Semper.

Muchos arquitectos europeos contemporáneos emplean un sistema compositivo que entiende la realidad como un fenómeno fragmentado, contradictorio y disperso, en el que se renuncia a la generación de objetos unitarios y monolíticos. El proyecto se plantea como un intento por conciliar una especie de totalidad en la que se puede rastrear el origen disperso de las partes componentes y que generan una nueva realidad híbrida hecha a base de retazos. Las arquitecturas fragmentadas poseen disposiciones cromáticas mestizas que refuerzan su naturaleza dispersa.

Como corresponde a todo desarrollo de un proceso compositivo novedoso, su resultado puede explicarse parcialmente como consecuencia de la aparición de nuevos mecanismos expresivos. Tal es el aso del collage, que empezó a ser utilizado por las vanguardias artísticas del s. XX (cubistas, dadaístas, surrealistas…) y que adquiere un desarrollarlo notable en la actualidad, con las nuevas posibilidades ampliadas gracias a los programas informáticos de retoque fotográfico por ordenador y las panografías.

El color contemporáneo participa de este doble proceso de fragmentación: por un lado queda escindido de su vinculación con el sistema estructural del edificio; por otro enfatiza la ruptura, la dispersión o la colisión entre los fragmentos que conforman determinadas arquitecturas. Este fenómeno se ha visto propiciado por el desarrollo de una serie de mejoras constructivas que han permitido ampliar las posibilidades plásticas y expresivas de la arquitectura.

La fragmentación de la arquitectura contemporánea está relacionada con la noción de fragmentación en sociología, concepto que es introducido por el sociólogo alemán Ulrich Beck (1944-) y que resulta pertinente como concepto para identificar la sociedad contemporánea:

“El concepto de fragmentación aplicado al contexto social lo proporciona Beck en 1997, quien define la nueva sociedad como sociedad del riesgo, concepto con el que se designa una fase del desarrollo de la sociedad moderna en la que los riesgos sociales, políticos, económicos e individuales, tienden, cada vez más, a escapar a las instituciones de control y protección de la sociedad industrial. Asimismo este autor señala (…) que las fuentes de significado colectivo y específico de grupo (por ejemplo la fe en el progreso o la conciencia de clase), propias de la cultura de la sociedad industrial, están sufriendo una quiebra y un desencanto. ¿Qué sucede con el individuo? El resultado de la desestructuración de la sociedad civil también se vislumbra en el individuo, y la consecuencia no es otra que la ruptura, la pérdida de límites y significados de la persona y, sobre todo, la falta de capacidad del sujeto para estructurarse. En este mismo sentido Fredrich Jameson (1991) señala que así como la angustia y la histeria eran características de la sociedad moderna, las patologías de lo esquizo y la fragmentación son propias del posmodernismo.Antes, en la sociedad industrial, las posibles amenazas a la persona individual era posible aplacarlas en el entorno confortable que proporcionaba la familia, el grupo o la clase, pero hoy han desaparecido las formas culturales específicas de la naturaleza humana (la familia nuclear, la familia extensa, grupos tradicionales, etc.), y con ella toda posibilidad de asumir pautas de conducta prefijadas que eviten la zozobra ante la incertidumbre” (Sosa Sánchez, 2008).

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