Integración/ Desintegración (de las partes componentes)

El color puede tener una intención integradora de la forma, o bien perseguir su escisión. Es decir, el color puede colaborar en reafirmar los aspectos volumétricos de la forma, o bien disolver dicho volumen mediante alguna estrategia de desintegración.

Casa Didden, MVRDV (Rótterdam, 2002-2006).

Casa Didden, MVRDV (Rótterdam, 2002-2006).

 

Beukelsblue, Florentijn Hoffman (Rótterdam, 2004-2006).

Beukelsblue, Florentijn Hoffman (Rótterdam, 2004-2006).

De modo que cuando se emplea el color para integrar, se pretende conseguir que varios elementos componentes de la forma, pero cuyas propiedades son desiguales, se perciban como una globalidad. Estos elementos individuales pueden poseer distinta geometría, distinto sistema constructivo, distinto acabado material; pueden estar distanciados entre sí o referirse a funciones y usos distintos. El color permite asignarles una propiedad común a todos ellos y que se perciban unitariamente.

Casa Farnsworth, Mies van der Rohe, Piano, Illimois (USA), 1946-51. El arquitecto frente a la maqueta de la vivienda, vista exterior de la misma y aspecto del espacio interior.

Casa Farnsworth, Mies van der Rohe, Piano, Illimois (USA), 1946-51. El arquitecto frente a la maqueta de la vivienda, vista exterior de la misma y aspecto del espacio interior.

 

Casa Farnsworth, Mies van der Rohe, Piano, Illimois (USA), 1946-51. El arquitecto frente a la maqueta de la vivienda, vista exterior de la misma y aspecto del espacio interior.

Casa Farnsworth, Mies van der Rohe, Piano, Illimois (USA), 1946-51. El arquitecto frente a la maqueta de la vivienda, vista exterior de la misma y aspecto del espacio interior.

Esta capacidad cromática se fundamenta en la “Ley de continuidad”, descrita por la escuela de la Gestalt, según la cual, “cuando varios objetos poseen iguales propiedades (color) pero se encuentran distanciados entre sí, son interpretados por nuestra inteligencia como si formaran una misma agrupación, mientras que si poseen propiedades (colores) desiguales se perciben como autónomos o independientes” (Dondis, 1980).

Cuando el color es empleado con la intención opuesta, es decir, la de desintegrar, pueden observarse distintos grados de intensidad. Desintegrar puede significar “destruir por completo”, en cuyo caso hablaríamos de una ruptura total del objeto. Este fenómeno es difícil de alcanzar exclusivamente mediante el color si no viene acompañado de una composición formal orientada en la misma dirección, como ocurre por ejemplo con la arquitectura neoplasticista.

En la mayoría de los casos, al hablar de la estrategia cromática de desintegración nos referiremos a las otras dos acepciones del término que recoge la RALE y que suponen la “separación de los diversos elementos que forman un todo” y también su “pérdida de cohesión o fortaleza” sin alcanzar el extremo de la ruptura. Se puede conseguir, por tanto, que objetos arquitectónicos formalmente unitarios expresen mediante el color los elementos individuales que lo conforman.

T. G. Rietveld emplea el color como estrategia de desintegración, para fragmentar el espacio arquitectónico y que se disuelvan los límites entre interior y exterior. El color le permite independizar perceptivamente los elementos componentes de la “caja espacial”, de modo que ésta ya no se interpreta como un prisma cerrado sino como el encuentro de seis planos individuales. El observador ya no percibe volúmenes sino planos, la forma se desintegra. Empleando la misma estrategia cromática, algunas aristas pueden quedar significadas por mediación del color, de modo que adquieren autonomía propia y dejan de ser el resultado del encuentro de dos planos, para convertirse en una realidad abstracta independiente. De nuevo, la forma se desintegra.

Mies van der Rohe desarrolla composiciones cromáticas similares a las neoplásticas, de modo que el color le permite individualizar y distinguir paredes, forjados y cubierta, para convertirlos en planos verticales y horizontales independientes. Esto es así, por ejemplo, en el Pabellón de Berlín para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, pero también en algunas de sus obras consideradas “blancas”. Si se analiza la Casa Farnsworth (Piano, Illimois, USA, 1946-51), en este caso la vivienda ha sido toda ella concebida como un gran pabellón blanco, abstracto e isótropo, formado por dos planos horizontales (forjado y cubierta), en cuyo interior se distribuyen una serie de objetos secundarios que organizan el espacio: el prisma de la cocina y los aseos, los muebles del dormitorio, la chimenea, etc. Todos estos elementos secundarios están construidos con maderas de colores diferenciadas que permiten independizarlos entre sí y también respecto del prisma blanco “contenedor”.

En el Espacio Escénico de Níjar (Almería, España, 1998-2006), los arquitectos españoles MGM (José Morales, Sara Giles y Juan González), disponen un sistema de composición cromático para el edificio que se basa en los mismos principios que la casa Farnsworth. El edificio se concibe como un gran contenedor metálico, abstracto, y sin relevancia cromática, que contiene pequeñas piezas independientes, con colores intensos y que manifiestan su autonomía respecto de la envoltura metálica perimetral.

Espacio Escénico en Níjar. MGM arquitectos (José Morales, Sara Giles y Juan González), Nijar, Almería (España), 1998-2006.

Espacio Escénico en Níjar. MGM arquitectos (José Morales, Sara Giles y Juan González), Nijar, Almería (España), 1998-2006.

Espacio Escénico en Níjar. MGM arquitectos (José Morales, Sara Giles y Juan González), Nijar, Almería (España), 1998-2006.

Espacio Escénico en Níjar. MGM arquitectos (José Morales, Sara Giles y Juan González), Nijar, Almería (España), 1998-2006.

 

Musée du quai Branly.Yann Kersalé, Paris, 2009.

Musée du quai Branly.Yann Kersalé, Paris, 2009.

Puede afirmarse que en la estrategia de integración/ desintegración operan los mismos principios que en la estrategia del mimetismo/ singularidad (es decir la ley de la continuidad y la de discriminación visual) pero con un cambio en el sistema de referencia. Mimetismo y singularidad son estrategias cromáticas relacionadas con el contexto físico, mientras que integración y desintegración atienden exclusivamente a la lógica formal del objeto arquitectónico en sí mismo, sin referencia con su entorno.

Le Corbusier no realiza la distinción que se propone en la presente investigación entre objeto y contexto en su discurso cromático, pero sí que describe su intención de que el color organice y jerarquice el objeto arquitectónico. Pretende que determinados volúmenes desaparezcan y cedan su protagonismo a otros que lideren la composición arquitectónica y la hagan más coherente, en su caso, con las ideas puristas. En su texto “Architectural polychromy. (Un estudio hecho por un arquitecto (también involucrado en la aventura de la pintura contemporánea) para arquitectos”, el arquitecto suizo afirma:

“[Se trata de] clasificar, establecer una jerarquía, hacer desapariciones imperceptibles o resolver complejidades inevitables. Se trata de atraer al ojo hacia lo esencial, sobre aquello que pueda dar la sensación de pureza, revelar su pura forma. Se trata de proclamar nuestra mejor intención, entre las tiránicas y fatales necesidades del plano, cuyo efecto será el de provocar un inevitable pero evidente desorden. Se trata de clasificar, de definir” (Le Corbusier & Rüegg, 1997).

En este texto paradigmático, Le Corbusier describe “tres cualidades del color”: (1) su capacidad para modificar el espacio, (2) su capacidad para clasificar los objetos y (3) su capacidad para reaccionar sobre nosotros y nuestros sentimientos. De estas tres cualidades, las dos primeras se relacionan con la percepción de las propiedades físicas de la forma.

Debe destacarse que Le Corbusier siempre pone las estrategias cromáticas al servicio de una lectura más clara y precisa de la forma arquitectónica. Cuando el arquitecto suizo atribuye al color la capacidad de “clasificar” los objetos nos habla de cómo el color puede conseguir que cada volumen arquitectónico se quede ordenado, ocupando el puesto que le corresponde. El color permite al arquitecto someter a las masas al riguroso orden formal que ha pensado para ellas y si se da la circunstancia de que algún elemento secundario de la composición, por distintas necesidades funcionales o constructivas, adquiere un protagonismo que no le corresponde o una lectura formal que no es la que se había previsto, el color puede colaborar para recuperar la jerarquía o el orden. El color, para Le Corbusier, es una herramienta de dominación que subyuga al edificio y favorece la lectura deseada del conjunto arquitectónico.

Debe hacerse notar, por tanto, que la estrategia de desintegración cromática no necesariamente está vinculada con un mayor desorden o una confusión formal. De hecho Le Corbusier puede recurrir a la desintegración cromática para conseguir una mayor pureza formal, para que el observador sólo atienda a aquello que se desea, tal y como ocurre con respecto de la Ville Saboie. En ella, Le Corbusier pinta el volumen de escaleras y accesos de la planta baja de color verde oscuro (Cramer, 1999) de modo que se mimetiza y confunde con el bosque del fondo y se prioriza la sensación perceptiva de que la primera planta edificada es una caja abstracta blanca que apoya sobre pilotis. El mimetismo cromático se emplea como estrategia para reforzar la idea arquitectónica, para clarificar la lectura de los volúmenes que componen la vivienda:

«(…) La policromía (dos colores, tres colores, etc.) destruye la forma pura de un objeto, altera su volumen, que se resiste a una evaluación exacta de sí mismo y, recíprocamente, permite apreciar en un volumen solamente lo que uno desea que se aprecie” (Le Corbusier & Rüegg, 1997).

Edificio Residencial Mirador. MVRDV, Madrid, 2004. Aspecto exterior.

Edificio Residencial Mirador. MVRDV, Madrid, 2004. Aspecto exterior. 

Edificio Residencial Mirador. MVRDV, Madrid, 2004. Simulación fotográfica eliminando los colores,

Edificio Residencial Mirador. MVRDV, Madrid, 2004. Simulación fotográfica eliminando los colores,

El equipo holandés de arquitectura MVRDV, opera a menudo con el color como estrategia para desintegrar las partes componentes de la forma arquitectónica, que puede ser muy ordenada en su conjunto y a la vez estar compuesta por un gran número de fragmentos.

Obsérvese, por ejemplo, el edificio residencial Mirador (Madrid, 2004), en el que el color expresa una composición a base de fragmentos. En el caso de que se hubiera empleado un único color para toda la fachada del edificio, su composición podría haber sido interpretada como un gran prisma rectangular al que se le efectúa un agujero a cierta altura. Sin embargo, la disposición cromática empleada permite interpretar el edificio como una acumulación de piezas de distinto origen y distinto colorido, que se apilan hasta conformar un prisma nuevo, de mayor escala. Cada uno de estos colores está indicando, en realidad, los distintos usos de los espacios que contienen (escaleras, viviendas, oficinas), así como las distintas tipologías de las viviendas. El edificio Mirador es como un mat-building, es una acumulación en altura de viviendas desiguales cuya composición se expresa en fachada. En este proyecto, por lo tanto, el color no sólo se emplea como estrategia para la desintegración de las partes componentes, sino como estrategia para la descripción del objeto arquitectónico a nivel funcional y formal.

Centro contra el cáncer MVRDV Architects Ámsterdam (Holanda), 2005

Centro contra el cáncer
MVRDV Architects
Ámsterdam (Holanda), 2005

La capacidad del color para desintegrar las partes componentes de una arquitectura puede emplearse no sólo en edificación, sino también en proyectos urbanos. Tal es el caso del Parque dels Colors en Mollet (Barcelona), del equipo de arquitectos EMBT, en el que el color permite distinguir e identificar distintos ámbitos dentro de un espacio ajardinado continuo. Es decir, el color refuerza la idea inicial que alentó las primeras maquetas del proyecto: un parque organizado a partir de zonas de distintos colores a las que correspondían diferentes caracterizaciones. No puede afirmarse que se trata explícitamente de “usos” distintos, sino de formalizaciones arquitectónicas distintas según el color.

Uno ejemplo de empleo de color a modo de mosaico para desintegrar un volumen construido es la obra del colorista francés Bernard Lassus, director del “Centro Francés de Investigación de Diseño Urbano” en los años ochenta. En los apartamentos “Shemerten” en Mondelange, Francia divide la fachada en piezas de un metro cuadrado que se colorean con un conjunto aproximado de setenta tonos (Porter, 1982, p.47). El efecto producido es la disolución del volumen edificado. En oposición al mecanismo planteado por su colega francés Lenclos, Lassus está convencido de que no debe haber ninguna regulación del color y se define a sí mismo como un “intérprete arquitectónico”, empleando el color no como camuflaje sino como celebración de la diversidad.

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Cramer, Ned; “ It was Never White, Anyway” en Architecture, vol. 88, nº. 2, 1999.  ISSN: 07460554.
Dondis, Donis A. La Sintaxis De La Imagen : Introducción Al Alfabeto Visual. Ed. Gustavo Gili. Barcelona etc., 1980. pp. 210. ISBN: 9788425206092; 842520609X.
Le Corbusier; and Rüegg, Arthur. Polychromie Architecturale : Le Corbusier Farbenklaviaturen Von 1931 Aund 1950=Le Corbusier’s Color Keyboards from 1931 and 1959=Les Claviers De Couleurs De Le Corbusier De 1931 Et De 1959. Ed. Birkhäuser. Basel, 1997. ISBN: 376435612X.
Porter, Tom. Colour Outside. Ed. Architectural Press. London, 1982. ISBN: 0851397727.

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