Conjunto Habitacional Zona J ó Barrio do Condado, Tomás Taveira (1938-), Chelas, Lisboa, 1975-1978.
El contexto cromático portugués
Portugal se enfrenta durante los cuarenta años de dictadura de Salazar a un intento por establecer una arquitectura “nacional” portuguesa basada en formas vernáculas históricas que pudiese usarse como modelo de inspiración6. El modelo se caracteriza por un lenguaje moderno convencional con la adición de detalles decorativos regionales, vagamente barrocos y clásicos.
Después de la Revolución del 25 de abril de 1974, Portugal se enfrenta a una dura situación social que exige dotar de viviendas dignas a una población de casi 45.000 personas. Así surgen los equipos de arquitectos SAAL dedicados a la construcción de vivienda social masiva en una situación de escasez y casi total paralización del sector de la construcción civil.
A medida que las estructuras económicas se van recuperando y comienza a haber una mayor confianza de los inversores se produce una reactivación progresiva de la actividad inmobiliaria durante los años `80, que tiene como principales escenarios las ciudades de Oporto y Lisboa. El desarrollo arquitectónico en ambas ciudades es bastante diferenciado, aunque en sendos ámbitos las mejores arquitecturas surgen como oposición a los anteriores dictámenes fascistas.
Entre las ciudades de Oporto y Lisboa surge una escisión ideológica entre dos maneras distintas de entender la arquitectura que se hace evidente en la exposición de Lisboa de 1984, “Después del Modernismo”. En ella se exponen obras de una generación de arquitectos, pintores y diseñadores, que comparten un rechazo común a la seriedad y el espíritu mesiánico del movimiento moderno, y les vincula una aceptación de los valores del placer, de la moda y de la experimentación innovadora en el uso de los materiales y del color. Los arquitectos de Lisboa están fuertemente influenciados por las distintas tendencias de la postmodernidad (pop e historicista) y sus representantes más destacados son Tomás Taveira (1938-), Julio Teles Grilo, Antonio y Tomás de Eça Leal, entre otros (Siza, Ferreira et al., 1987, p. 23-27).
Sin embargo, los arquitectos de Oporto no quieren participar en esta muestra y organizan una exposición paralela por las mismas fechas. En ella subrayan la defensa del dibujo como elemento básico del proyecto y la continuidad de lo moderno como un valor cultural a preservar. Este estilo “moderno referencial” surge entre algunos de los arquitectos más cultos en la forma de un racionalismo continuador de las propuestas de los italianos Tendenza. Destacan las obras de los arquitectos Álvaro Siza Vieira (1933-), Eduardo Souto de Moura (1952-) y Adalberto Dias (1953-), cuyas obras evolucionan hacia un purismo formal que reivindica los valores de los maestros del periodo heroico del movimiento moderno.
El arquitecto Tomás Taveira y su trayectoria cromática
Tomás Taveira pertenece al ámbito de Lisboa y se confiesa abiertamente posmoderno. Se gradúa en la Facultad de Arquitectura de Lisboa (FATL, antiguamente Escuela Superior de Bellas Artes) donde imparte clases con posterioridad; y desarrolla su doctorado en el Massachussets Institute of Technology (MIT). De entre los premios y menciones recibidos, destaca el Premio de Arquitectura Valmor, en 1982.
Durante la década de los ‘80, Taveira construye en Lisboa, entre otros, el complejo de oficinas y comercio de Las Amoreiras (1980-1986), una obra de gran dimensión y con una presencia visual importante en el paisaje de la ciudad de Lisboa. Se trata de una composición de torres de apartamentos de color rosa junto a torres de oficinas de vidrio negro espejado que destacan de forma extravagante en un mar de suaves edificios blancos modernos. Taveira emplea en el edificio un lenguaje que se identifica con la tendencia pop del postmodernismo, la manipulación libre de los estilos históricos y la utilización del color para impactar. El conjunto edificado resulta deliberadamente provocativo y la polémica que suscitó en la opinión pública de la época se vio reflejada en distintos medios de comunicación.
El color estridente, exuberante y desenfadado de Taveira debe entenderse en un contexto de provocación frente a las posturas arquitectónicas conservadoras propias de los años cuarenta, y como un intento de introducir una bocanada de aire fresco en una ciudad que se quiere recuperar de un intervalo con intervenciones neutras y anodinas. El arquitecto califica la suya como una “gradual renuncia al “puritanismo”, abrazando el colorido y la diversidad” (Taveira, 1996).
Sus edificios resultan en ocasiones desconcertantes y excesivos, y parecen no vincularse con el paisaje circundante. No obstante, algunos autores4 señalan conexiones subliminales con el “inconsciente colectivo” de la ciudad, que consigue vincular los edificios de Taveira con la memoria de sus habitantes:
“La despreocupación de Taveira de construir en un contexto específico -su contexto particular y personal de Lisboa- lo ha llevado a utilizar el color de modo que acierta el tono y resuena en los corazones y en las memorias de los habitantes de Lisboa y remueve, eso parece, el “inconsciente colectivo” (Taveira, 1996).
Aunque las referencias estilísticas en su trabajo son una amalgama de estilos e intenciones, pueden señalarse a los arquitectos estadounidenses M. Graves y J. Stirling; y al arquitecto español R. Bofill como figuras que han influido en su trabajo. Taveira se siente fascinado, así mismo, por las representaciones infográficas que empiezan a surgir durante los años ochenta. Muy a menudo sus proyectos se expresan mediante imágenes profusamente coloreadas y escasamente armónicas. Esta postura es similar a la que adopta el arquitecto inglés W. Alsop, con quien comparte un mismo desinterés hacia una interpretación teórica de sus propias composicione cromáticas.
Resulta interesante señalar que el edificio de oficinas situado en la Avda. Don Carlos I (1973-), el que podría calificarse como el más “racionalista” de los edificios de Taveira, supone el único ejemplo que se ha encontrado durante el desarrollo de la presente investigación de arquitectura europea relevante en el s. XX en el que se emplee el color para simular un material de construcción distinto al que realmente se ha dispuesto: hormigón coloreado imitando acero. Sin duda tenía que ser un arquitecto desprejuiciado como Taveira quien se atreviera a tal disposición en un panorama que aún arrastra el concepto decimonónico de la verdad material.
El edificio se concibe en 1973, queda interrumpido durante la Revolución de los Claveles de 1974, y se retoma en 1978. Había sido diseñado para ser construido con acero y debido a una huelga de los trabajadores de la industria del metal el arquitecto se ve obligado a desarrollarlo con hormigón armado. Ante semejante contratiempo, Taveira opta por pintar los paneles prefabricados de hormigón con color plateado para que simulen los originales de acero.
Otros proyectos destacados del arquitecto portugués son en el complejo de viviendas Olaias (Lisboa, 1985) y numerosos estadios de fútbol en los que el color ha desempeñado un papel protagonista en la composición: El Estadio Municipal de Aveiro (Portugal, 2003), el Estadio José Alvalade en Lisboa (Portugal, 2003) ó el Estadio Magalhães Pessoa en Leiria (Portugal, 2003).
La composición cromática del Conjunto Habitacional Zona J ó Barrio do Condado
El conjunto edificado de la zona J de Lisboa, actualmente Barrio do Condado, está formado por cerca de 700 viviendas, construidas con un presupuesto económico muy ajustado, y que supone una densidad de ocupación muy elevada. El proyecto corresponde al equipo de arquitectos formado por Tomás Taveira, Madalena Peres y Antónia Pimienta.
El proyecto cromático original, que corresponde a Tomás Taveira, contempla una disposición de colores muy llamativos, en su mayor grado de saturación, que resulta tremendamente controvertida y polémica, generando debates que alcanzan, incluso, el terreno de la política. No es, desde luego, el único ejemplo de composición cromática arquitectónica que se vincula a posiciones políticas o ideológicas, pues algo similar ha ocurrido con ejemplos de arquitectos como B. Taut, MVRDV, o W. Alsop.
El resultado cromático final ha supuesto la convivencia de una serie de bloques de viviendas de color blanco, junto a otros coloreados intensamente. Si atendemos a los parámetros cromáticos de los colores, se observa que se despliegan gran variedad de tonos, todos ellos con un mismo valor de luminosidad y en su máximo estado de saturación. El criterio para la composición cromática parece haber sido el de alcanzar el mayor grado de contraste tonal posible, ya que no se observan contrastes de valor o croma. Se pretende llamar la atención del observador, cautivar con el color.
La composición cromática general está influenciada por las tendencias de la arquitectura Pop norteamericana. No parece que Taveira recurra al empleo del repertorio formal de la arquitectura antigua de un modo literal y en su obra no emplea órdenes clásicos, arcos ó capiteles, como hicieran otros colegas, como por ejemplo el arquitecto español Ricardo Bofill, a quien Taveira admira. En la obra del portugués puede rastrearse el empleo de la simetría y cierta tendencia hacia de la grandilocuencia propias del clasicismo, pero su actitud cromática tan llamativa, extravagante y populista, lo aproximan mucho más a la tendencia Pop del postmodernismo. Las fachadas de las viviendas de Chelas nos sugieren la viveza de los colores de la moda o los anuncios comerciales de los medios de comunicación, pensados para captar la atención de grandes masas de consumidores que quedan cautivados momentáneamente ante despliegues cromáticos tan estridentes. El cromatismo empleado puede ser calificado de postmoderno por su deseo de poner en crisis lo principios cromáticos de la modernidad, que recurrían al blanco con un sentido moral.
Las fachadas poseen con un color de fondo sobre el que destacan otros elementos secundarios como barandillas o carpinterías de ventanas, coloreadas en tonos complementarios o muy contrastantes. No puede decirse que el color se haya empleado como estrategia para la descripción del objeto arquitectónico porque el resultado resulta más bien complejo y confuso. Cuando se encuentran dos fachadas contiguas y perpendiculares, el arquitecto suele emplear tonos distintos, de modo que el color actúa como estrategia plástica para interferir en la percepción visual del objeto arquitectónico, sugiriendo la desintegración de las partes que componen el objeto arquitectónico, que ya no se percibe como un volumen único, sino como el encuentro de dos planos de distinta naturaleza.
Ciertamente, el empleo de unos colores tan contrastantes, sumado a la capacidad espacial que tienen los tonos (capacidad de avanzar o retroceder respecto del observador), provocan que la percepción de los volúmenes construidos resulte difícil, y la sensación sea la de una serie de planos coloreados independientes y recortados unos sobre otros. La disposición cromática dificulta, incluso, una valoración exacta de la orientación del sol y la dirección de las sombras arrojadas.
El conjunto de viviendas del Barrio do Condado dispone una composición cromática que se emplea como estrategia para interferir en la percepción visual de la geometría de la forma individualizándose respecto del entorno. Es decir, no existe vinculación alguna entre el color del paisaje circundante y el color empleado en las viviendas. El conjunto edificado construye, en sí mismo, un paisaje artificial fuertemente coloreado que llama la atención sobre sí mismo y se desvincula de cualquier otra referencia al contexto.
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