Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou.

Los arquitectos y su trayectoria cromática:

Richard Rogers (1933-) y Renzo Piano (1937-)

El arquitecto británico de origen italiano Sir Richard Georges Rogers (1933-) estudia en la Architectural Asociation (AA) de Londres y se gradúa en Yale University en 1962. En Yale conoce a Norman Foster, con quien forma el estudio de arquitectura londinense Team 4 en 1965, y al que pertenecen así mismo sus respectivas esposas. El grupo se separa en 1967 y Rogers se asocia con el arquitecto italiano Renzo Piano, hasta que en 1977 emprende la carrera en solitario.

De entre sus numerosos premios y distinciones destacan la Medalla de Oro del Royal Institute of British Architects (RIBA) en 1985; la Medalla Thomas Jefferson Memorial Foundation en 1999 y el prestigioso Premio Pritzker de arquitectura en 2007.

Por su parte, el arquitecto italiano Renzo Piano (1937-) se gradúa en el Politecnico de Milán en 1964 y comienza a trabajar muy pronto en la empresa constructora de su padre. En sus años de formación tiene mucha importancia su relación con Jean Prouvé, quien le anima a romper algunos paradigmas de la arquitectura tradicional. Piano termina por impartir docencia en el Politecnico de Milán y en la AA de Londres.

De entre sus numerosos premios y distinciones destacan la Medalla de Oro del Royal Institute of British Architects (RIBA) en 1989; el Praemium Imperiale concedido por la Japan Art Association en 1995, el prestigioso Premio Pritzker de arquitectura en 1998 y la Medalla de Oro UIA (Unión Internacional de Arquitectos) en 2002.

Después de los años en que trabajan juntos R. Piano y R. Rogers, y tras la interesante propuesta cromática que desarrollan para el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou, la evolución individual de cada uno de los arquitectos respecto al color en su obra ha sido bastante distinta. R. Piano ha desarrollado una arquitectura con gamas muy escuetas de color, empleando tonos grises y materiales sin revestir (aluminio, madera natural, vidrio incoloro etc.). Por su parte, R. Rogers también está implicado en una estética High Tech en la que dominan las gamas neutras de color pero a las que el arquitecto británico suma muy a menudo interesantes “acentos cromáticos” que continúan el planteamiento funcional que habían investigado conjuntamente en el Centro Georges Pompidou. En este sentido, R. Rogers desenvuelve un cromatismo cercano al de su colega Norman Foster, teniendo siempre muy presente que sus diferencias son sutiles y que ambos arquitectos, junto con R. Piano, comparten una misma estética de colores escuetos.

Son varias las obras en las que R. Rogers explica el empleo del color para mejorar la “legibilidad” del edificio (Escuela infantil Minami Yamashiro en Kyoto, Bordeaux Law Courts, Palacio de Justicia de Amberes, Lloyd’s Register en Londres, la Terminal 5 de Barajas ó el hotel Hesperia en Barcelona). En todas ellas la disposición cromática permite una mejor comprensión de la composición del objeto construido y de su funcionamiento.

Terminal T5 del aeropuerto de Barajas, Richard Rogers Partnership, Madrid, 2005.

Terminal T5 del aeropuerto de Barajas, Richard Rogers Partnership, Madrid, 2005.

La Terminal 5 del aeropuerto madrileño de Barajas (2005) es un buen ejemplo de esta evolución. En una extensa sala compuesta a partir de un módulo estructural que se repite hasta el infinito, R. Rogers dispone una gradación de colores que recorre todo el espectro visible de tonos desde el azul hasta el bermellón, coloreando los pilares sustentantes hasta conformar un gran arco-iris. Parece que Rogers continúa atendiendo a los tres criterios cromáticos que planteó en 1976 y que hemos calificado como “método cromático-funcional”. En primer lugar el color desempeña un papel funcional: ayuda a describir el edificio al identificar los elementos estructurales principales y facilitar la orientación en su interior. Gracias al color, los usuarios pueden identificar la puerta de embarque a la que han de dirigirse y hacer una estimación visual de la distancia aproximada que deben recorrer. En segundo lugar, la pintura de color asegura el mantenimiento de la estructura de acero frente al deterioro. En tercer lugar, se introduce un ritmo nuevo y necesario en una composición repetitiva que de otro modo hubiera resultado mucho más monótona. El arquitecto ha acertado plenamente con una disposición cromática racional y a la vez sugerente, una disposición que recurre al empleo de distintas estrategias plásticas simultáneas, que consiguen aunar distintas inquietudes y resolverlas todas ellas de una manera aparentemente sencilla.

El empleo de este método de coloración funcional que ha posibilitado resultados tan interesantes, no ha supuesto una constricción creativa. R. Rogers se suma a la inquietud de otros muchos arquitectos contemporáneos que persiguen la versatilidad del color, es decir, que el color se difumine, que pierda materialidad y establezca relaciones nuevas de transparencia, superposiciones y reflejos:

“El color se emplea por varias razones, incluyendo la de afectar al ambiente del edificio, humanizar y cambiar la naturaleza aparente de los materiales. 
Estamos investigando un ámbito más sutil entre lo sólido y lo transparente, una secuencia de espacios donde el ojo se dirija hacia estratos superpuestos, donde la luz y las sombras alcancen la impresión de transparencia“ (Rogers, 2009).

Es en esta búsqueda de la versatilidad cromática donde propuestas cromáticas aparentemente tan lejanas como las de Jean Nouvel, Herzog & de Meuron  y Richard Rogers se dan la mano.

La composición cromática del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou:

El edificio para el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou de París comienza a construirse en 1970, de modo que en sentido estricto no pertenece cronológicamente a los años sesenta. Sin embargo, su formalización se corresponde con estas utopías iniciales enmarcadas aún en una estética “maquinista” y re-presentadas por grupos como los británicos Archigram, con dibujos en los que abundan complejas estructuras de tubos y cables.

Fachada exterior del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou.

Fachada exterior del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou. 

Fachada exterior del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou.

Fachada exterior del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou.

El edificio es entendido literalmente como una “máquina de habitar” lecorbusiana, lo que se traduce en una fascinación por mostrar los engranajes de la arquitectura, sus mecanismos internos. “Creemos que los edificios son máquinas, como hicieron los arquitectos pioneros de la modernidad”, asegura Rogers (Rogers, 1976). Aunque comparten con Le Corbusier esta concepción mecánica de la arquitectura, se alejan de la que califican como coloración “elegante” y monocromática empleada por los arquitectos modernos. De hecho, Rogers critica la actitud de Mies de imponer un color que anule la variedad cromática del edificio:

“La tesis de Mies que dice: “todos tendréis persianas especiales marrones para que encaje con el color de mi edificio” es lo contrario a nuestra manera de pensar. Nos gustaría pensar que uno puede desarrollar un edificio en forma de “patchwork” que podría seguir teniendo escala y posibilidades de convertirse en una arquitectura buena y clásica. (…)
(…) Volviendo a la palabra que encuentro tan preocupante -”elegancia”- una buena manera de alejarse del detalle elegante es emplear el color para describir lo que es importante, para definir los elementos que expresan nuestra aproximación a la arquitectura. Las posibilidades de hoy son increíbles y algunos de nosotros estamos investigando estas posibilidades a la hora de personalizar o identificar los espacios arquitectónicos” (Rogers, 1976).

De modo que el sistema compositivo empleado para la coloración del edificio responde a la lógica de su funcionamiento interno. Es un color descriptivo, codificado, e identifica las distintas partes e instalaciones del edificio mediante códigos convencionales como los empleados en la industria (P.ej. rojo para el agua caliente, azul para la fría, etc.)

“Nuestro trabajo tiene una fuerte influencia del modo en el que el color se emplea como elemento de seguridad en la codificación de los entornos industriales y las maquinaria“ (Rogers, 1976).

Fachada exterior del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou.

Fachada exterior del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou.

Con la intención de que la disposición del color sea lo más “técnica” posible y se aleje de las valoraciones subjetivas que pueda introducir el gusto, Rogers describe aquello que podemos calificar como “método cromático funcional”, cuya operatividad se basa en tres criterios para elegir o descartar colores: emplear colores codificados con significados convencionales; emplear colores duraderos que no se deterioren y por último atender a la “escala y el ritmo” del edificio.

“Lo importante es señalar que estamos buscando reglas de modo que nuestras decisiones de color no se apoyen solamente en preferencias arbitrarias. Empezamos la elección de los colores, sin embargo, con un proceso de eliminación mediante la codificación del color (…).
Un segundo sistema de eliminación ha sido la cuestión del deterioro (…). Los colores metálicos tienden a ser excluidos porque se decoloran y son difíciles de combinar con posterioridad. El material que más empleamos es el acero y, cómo no puede dejarse desprotegido, estamos intentando aplicarle acabados tales como un recubrimiento plástico vinílico, especialmente en los conductos. (…)
Nuestro tercer sistema de eliminación llega después de preguntarse “¿este edificio de qué va?”, especialmente en lo referido a su escala y ritmo -lo que Renzo Piano llama “el nervio de un edificio” (Rogers, 1976).

A pesar de emplear argumentos tan racionales para seleccionar los colores, Rogers reconoce que la elección es también una opción personal y subjetiva, que persigue dar un poco de alegría al edificio para que no deje indiferentes a los usuarios:

“¿Por qué debería emplear el negro, el marrón o el gris cuando el acero coloreado ofrece una gama tan amplia de colores? supongo que todo reside en la personalización -siempre hemos diseñado conscientemente con color por nuestro interés en lo que Renzo y yo hemos llamamos “edificios felices”- edificios ante los que la gente reaccione.
(…) Emplear la afirmación de Gropius de que “todos los colores son bonitos” es un punto de partida bastante bueno, pero uno debe utilizar algún proceso de eliminación o de control, y esto es parcialmente subjetivo” (Rogers, 1976).

En definitiva, el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou, es un edificio entendido compositivamente como una máquina que remite al pensamiento de Le Corbusier y a la imaginería de los ingleses Archigram. El método de coloración es coherente con tal concepción y puede ser calificado como un “método cromático-funcional”, basado en tres criterios: la codificación de los colores según significados convencionales y próximos a la industria; la durabilidad de los colores dispuestos y la atención a la escala y el ritmo del edificio. La finalidad última es la de alejarse del color “elegante”, e intentar que el edificio no resulte indiferente a sus visitantes.

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Rogers, Richard. “The Colour Approach of Piano and Rogers” en: Porter, Tom; and Mikellides, Byron eds., Colour for architecture. Ed. Studio Vista. London, 1976. ISBN: 0289706114.

Rogers, Richard. En: www.richardrogers.co.uk, 2009.

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