El movimiento en arquitectura

Desplazamientos entre objeto y observador

Para describir adecuadamente un movimiento debe señalarse un sistema de referencia. Es decir, el movimiento será siempre el desplazamiento de un objeto que se produce en relación con otro que se toma como referencia. Con esta premisa, al referirnos al movimiento en la arquitectura podemos estar hablando tanto del desplazamiento del individuo con relación al objeto construido, como en modo inverso del movimiento de las arquitecturas respecto a un observador.

El movimiento durante la modernidad estaba vinculado a la idea de progreso y su emblema era el artilugio mecánico. La máquina, con su movimiento y velocidad, expresa las aspiraciones propias de una nueva cultura que ha depositado su confianza en el desarrollo de la ciencia y el triunfo de la razón. Las manifestaciones artísticas del Futurismo, por ejemplo, no pueden ser entendidas si no es en clave de movimiento y velocidad. El arquitecto italiano Antonio de St’ Elia (1888-1916) imagina una ciudad dominada por los elementos mecánicos y el empleo de medios de desplazamiento de todo tipo: coches, trenes, etc.

La casa Schroëder de G. T. Rietveld es un ejemplo emblemático desarrollado durante el periodo de las vanguardias, en el que existen una serie de elementos móviles coloreados que permiten cambiar la configuración de los espacios interiores de una manera muy versátil. El color puede aparecer y desaparecer manifestando la independencia de los tabiques de la vivienda, que pasan a ser planos abstractos que se distinguen de cualquier otro elemento arquitectónico.

El propio Le Corbusier se interesa por el movimiento del individuo por el interior de su arquitectura, lo que él denomina Promenade architecturale, y supone atender a la experimentación cinética del espacio mediante el recorrido. Este movimiento que tiene en cuenta la experiencia espacial que se tiene al caminar por un espacio se traduce en el diseño de recorridos a través de corredores, y sobre todo rampas. El arquitecto y crítico de arquitectura Josep Quetglas describe el interés de las rampas en la arquitectura de Le Corbusier:

“El trayecto en rampa permite una percepción continuada, manteniendo la mirada fija en el objeto que nos atrae, al tiempo que es función de tres variables simultáneas: la distancia, el ángulo y la altura desde la que consideramos el objeto de nuestra atención.
La rampa será, por tanto, el trayecto idóneo para considerar lo plástico. Martienssen, en su ensayo sobre la idea de espacio en la arquitectura griega, sugiere que el efecto del habitual camino en rampa quebrada hacia un templo dórico equivale a hacer girar y acercar el templo hacia el espectador, como considerándolo desde todos los puntos de vista. Y así hace Le Corbusier. Si queremos averiguar la forma de cualquiera de sus arquitecturas, hemos de identificar el dispositivo puerta-rampa, porque “arquitectura” será cuanto ocurra en ese trayecto” (Quetglas).

Las propuestas de las nuevas utopías de los años sesenta imaginan a menudo una sociedad futura nómada, en la que el movimiento está implícito en la forma de vida de la humanidad. En las propuestas de Archigram, por ejemplo, los hombres se ven obligados a viajar a menudo a otras tierras, o incluso planetas, a consecuencia de distintos cataclismos medioambientales o por puro placer. En este caso es la arquitectura la que se desplaza respecto al observador.

La Internacional Situacionista (1957) también incorpora el movimiento errático de las personas, cuyo deambular se traslada a la New Babylon imaginada por Constant Anton Nieuwenhuys (1920-2005). El acto de pasear sin rumbo fijo se convierte en una acción creativa denominada deriva, que se plantea como alternativa al urbanismo simplista y obsoleto de la modernidad. La casualidad y el juego, a través del movimiento, pueden ampliar las posibilidades de una ciudad que constriñe y que se desea que sea más anárquica.

En la actualidad son numerosos los ejemplos de arquitectura que trabajan con líneas de movimiento que interfieren en el diseño y son trazados como si de flujos de energía se tratase. Tal es el caso de la obra de Zaha Hadid, que a menudo pretende expresar el movimiento. A propósito de la Central de Bomberos para la fábrica de Vitra en Weil am Rhein (Alemania, 1993), la arquitecta anglo-iraquí señala que:

“Todo el edificio es como movimiento congelado. Expresa la tensión de estar alerta; y la posibilidad de entrar en acción en cualquier momento”. (Binet, 2000, p.109).

En los ejercicios que Bernard Tschumi (1944-) dirige en la década de 1980 en la AA de Londres, se propone trasladar el movimiento, los saltos y yuxtaposiciones del cine, fotografía y la danza a las formas y espacios de la arquitectura en la ciudad. Su proyecto para el Parc de la Villette en París (1982) es el resultado de aplicar este sistema compositivo que se ha comentado con anterioridad.

El movimiento puede alcanzarse mediante la disposición del color en elementos móviles de la arquitectura, que pueden ser accionados por efecto del viento, algún artilugio mecánico, la acción humana, etcétera. Los elementos móviles varían propiamente su posición física y alteran la disposición de la forma arquitectónica. Un ejemplo de ello es el edificio GSW (Berlin, 1991/99) de Sauerbruch & Hutton, que cuenta con una fachada de lamas coloreadas ubicadas en el trasdós de un muro cortina de vidrio transparente. El hecho de que las lamas puedan ser giradas y plegadas según las necesidades de los usuarios introduce variabilidad a una torre de oficinas cuya geometría prismática es relativamente evidente.

Oficinas para GSW. Sauerbruch & Hutton architects, Berlín, 1991-99. La fachada se vincula cromáticamente con los tejados rojos de los edificios de menor altura del antiguo Berlín oriental, mediante un sistema de lamas móviles de colores

Oficinas para GSW. Sauerbruch & Hutton architects, Berlín, 1991-99. La fachada se vincula cromáticamente con los tejados rojos de los edificios de menor altura del antiguo Berlín oriental, mediante un sistema de lamas móviles de colores

Las pantallas de video con imágenes en movimiento introducen de modo inmediato un carácter cinemático a la arquitectura. Existen espacios urbanos emblemáticos en este sentido, como pueda ser la plaza de Picaddilly Circus, en Londres, donde los paneles luminosos y las pantallas publicitarias de distintos productos bañan de color la totalidad del espacio, con un cambio continuo en las imágenes que proyectan.

Movimiento con colores estáticos

Además de la posibilidad de que observador o arquitectura se desplacen el uno respecto del otro, existe una tercera manera para alcanzar el movimiento en la arquitectura. Quizá sea aquella más fundamental y de mayor interés para la investigación debido a su estrecha vinculación con el fenómeno cromático propiamente. Nos referimos al movimiento generado en una composición por efecto de su disposición cromática, sin movimiento real de objeto ni de observador.

Como se estudia en profundidad en el apartado dedicado a las estrategias plásticas que el color posibilita, el color puede interferir en la percepción visual de la forma aproximando o alejando los objetos coloreados. Este fenómeno introduce una sensación de movimiento en la arquitectura que se puede ver favorecido, además, por efecto de los cambios en las condiciones de iluminación.

Desde la antigüedad, el juego de luces y sombras sobre las superficies de los edificios se interpretó como la expresión del sentido del tiempo (la cuarta dimensión). No obstante, a ese desplazamiento de sombras sobre los planos de fachada de la arquitectura deben sumarse los movimientos cromáticos que acercan y alejan dichos planos en relación con su contexto, ya sea a consecuencia de una determinada disposición de tonos, ya sea a consecuencia de un cambio en las condiciones de iluminación. El movimiento del sol a lo largo del día o el paso de la luz diurna a la nocturna pueden alterar el estatismo de la arquitectura generando un movimiento visual, un movimiento plástico, una sensación de desplazamiento de los medios expresivos.

Cuando se disponen patrones de color de pequeña dimensión y muy contrastantes entre sí pueden producirse movimientos relativos de unos colores sobre otros de modo que el objeto parece transformarse. Éste es un fenómeno meramente perceptivo pues no existe un movimiento real de las superficies coloreadas y ha sido investigado en profundidad por los artistas del movimiento Op Art, Victor Vasarely (1908-1997) y Bridget Riley (1931-), entre otros.

El estudio de arquitectura alemán Sauerbruch & Hutton pone en práctica estos principios en la fachada del Bradhorst Museum (Munich, 2008). El empleo de fragmentos de bandas de distintos colores en vertical y horizontal de modo superpuesto reduce la rotundidad dimensional que supondría una fachada pintada con un único color plano. Al ojo le cuesta reconocer el carácter estático de las superficies que parecen vibrar y desplazarse como si tuvieran cierto movimiento. Este efecto es debido a la presencia de colores fríos que parecen alejarse respecto del observador con otros cálidos que parecen acercarse, todo ello sumado a las formas geométricas que describen las sombras arrojadas de unas piezas sobre otras. Así mismo, el efecto Bezold dificulta una valoración exacta de las dimensiones de las piezas y su separación. En los pisos inferiores de este edificio dominan tonos azulados que se alejan respecto del observador, mientras que en pisos superiores dominan tonos cálidos que tienden a aproximarse a él. Esta circunstancia, sumada a la disposición de una franja intermedia de vidrio oscuro, sugiere la existencia de una pequeña logia exterior, un retranqueo de los pisos inferiores respecto de los superiores, que no existe realmente. El resultado es el de una composición de piezas que parecen ser inestables y en movimiento.

Museo de la Colección Brandhorst, Sauerbruch & Hutton,Munich, 2002-2007. Detalle de Fachada.

Museo de la Colección Brandhorst, Sauerbruch & Hutton,Munich, 2002-2007. Detalle de Fachada.

 

Museo de la Colección Brandhorst, Sauerbruch & Hutton,Munich, 2002-2007. Detalle de Fachada.

Museo de la Colección Brandhorst, Sauerbruch & Hutton,Munich, 2002-2007. Detalle de Fachada.

En otras ocasiones el movimiento cromático en la arquitectura se ha interpretado con un sentido musical. El tiempo en los edificios es su tempo, la distribución de acentos y silencios en su composición que se percibe visualmente y rompe con la monotonía de lo estático. El color permite introducir un ritmo en la arquitectura, una cadencia particular. Tal es el caso de la Terminal T5 del aeropuerto de Barajas (Madrid, 2006) del arquitecto R. Rogers, en el que la gama de tonalidades del arco iris permite ritmar una sucesión monótona y excesivamente extensa de soportes estructurales.

Terminal T5 del aeropuerto de Barajas, Richard Rogers Partnership, Madrid, 2005.

Terminal T5 del aeropuerto de Barajas, Richard Rogers Partnership, Madrid, 2005.

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Binet, Hélène. Architecture of Zaha Hadid in Photographs. Ed. Lars Müller. Baden, 2000. pp. 176. ISBN: 3907078128.
Quetglas, José; “ Promenade Architecturale” en Web Architecture Magazine, vol. 5.

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